viernes, 24 de agosto de 2012

De la musa a su inspirado

   No respires, aún no ha amanecido. No abras los ojos, el rocío sobre la hierba tan solo comienza a acariciar el olfato. No hables, mis labios son los que rasgan el silencio de la quietud. Quédate conmigo, es mi corazón el que late más fuerte por tenerte cerca.
Estallido. Luz. Estruendo. Ráfaga. Preguntas. Furia. Reclamo. Temblor. Frío. Calor. Fuego. Agua.Sed. Aire. Vacío. Plenitud. Nada. Oscuridad, ignota, negra, temerosa. Oscuridad y nada más. Oscuridad, oscuridad, oscuridad,...
   Las ruinas de este templo, yerguen marchitas cual flores olvidadas, cual muertos arrojados. Las ruinas, cuyas piedras son equilibristas, funambulistas, coladoras, en busca de un apoyo imposible, gritan por mantenerse majestuosas. Las ruinas, cuyos restos irrumpen en medio de este bosque, selva, indomable recóndito lugar, se mecen entre las hojas al ritmo de una canción que ya no se escucha. Mientras, las mariposas deambulan, los ciervos olisquean, las serpientes reptan los pilares, las arañas tejen para envolverlo todo.
   Te dije que no respiraras y tú suspiraste. Te dije que no abrieras los ojos y tú miraste a escondidas. Te dije que no hablaras y tú pronunciaste otro nombre olvidando el mío... Ahora tú, ahogado en la bebida, tus lágrimas, tu fracaso, estás solo. Tú, tendrás alcohol en las venas, pero mi sangre no te calentará más noches sombrías. Te dije que soy etérea, que soy frágil, inocente como aquellas gotas de rocío, fresca, danzante, aquella sensación de que todo va a empezar en la quietud matutina. No me obedeciste, no me escuchaste, no conseguirás el preciado don de crear. Yo, ángel de cristal, echo a volar en mi calidad de ánima y ni tan siquiera te enviaré un beso cuando me veas marchar.

viernes, 17 de agosto de 2012

PERDIDO (capítulo 1)

Encendías la televisión con desgana. El telediario era ya una costumbre a la hora de acompañar tus tristes comidas. Costumbre masoquista, pues acababas herido. Siempre dolido por las malas noticias de un lado y de otro, por las catástrofes de cualquier magnitud y por un sinfín de cosas. Especialmente doliente era el saber de la demagogia que ahogaba al pueblo. El mismo cuento de siempre: unos quieren mantener el poder y otros conseguirlo. Y nada más. Se centran en su combate en el que el resultado final es que el mendigo de la esquina sigue mendigando y que se ha vendido otro coche de alta gama. Y quien dice coche dice unas joyas sofisticadas, un yate para un petromillonario o un chalet en primera línea de costa. Quien sabe si la corrupción es la salvación de la crisis. Quien sabe si reactivará una economía negra que volvió de la muerte para bailar sobre su tumba.
Terminabas de comer y encendías un cigarrillo más. Mirabas la cajetilla y te decías que te tenían que durar. Había que ahorrar, siempre había que ahorrar. Para cuando se acabe el paro. Ideabas mil y una formas de adornar un curriculum enseñado y no practicado. Te planteabas de que te había servido ir a la universidad. ¿Habías estado perdiendo el tiempo estudiando cuando eso no te aseguraba para nada ni el más odioso empleo? El mundo se había vuelto loco, con ese frenesí ansioso, girando más y más deprisa. ¿O eran las personas las que pretendían cambiar su ritmo?

lunes, 6 de agosto de 2012

Esos versos

 A pesar de poner todo mi empeño, no lograba alcanzar la respuesta. Me estrujaba los sesos intentando encontrar una solución, mientras mis pies descalzos bailoteaban en la arena esperando pacientemente el beso de las olas que los dejaría aún más helados. El viento soplaba. Esa brisa marina que acariciaba fríamente mi piel a la vez que despertaba mis sentidos. El tacto del viento como la pluma más suave, el sabor salado confundido por el olor a salitre, polvo de arena y vida marina, el sonido del oleaje al romper contra los escabrosos acantilados, la vista en un horizonte sin fin. Esa visión. Ese horizonte. Ese azul intenso enmarcado en la inmensidad. Y mi mente no pescaba ni tan siquiera un pececillo. Y el recuerdo de aquellos versos pausados, en una armonía lenta con sus cadencias, vibraba en mi interior. Les daba vueltas, una y otra vez. Estaba firmemente convencida de que bajo ese tono, aquellas palabras rítmicas ocultaban algo más de lo que decían. Y comenzaba una vez más. De nuevo el repetir de los versos de principio a fin, sin saber nada nuevo, e incluso sabiendo menos. Me encogía en mi sudadera, guardándome al algodonado calor ante los escalofríos. ¿Era el frío o la ignorancia? Me alejé de la intemperie, resguardándome entre unas rocas. Saqué papel y bolígrafo y comencé a escribir. Primero los repetidos versos, hasta el aburrimiento. Después vacilé sin saber muy bien que hacer. El papel blanco era surcado por la tinta del bolígrafo, arrancándole su sábana inmaculada para esclarecer las ideas. Escribí una y otra vez los mismos versos y nunca decían lo mismo. Siempre podía tomar otro camino. ¿Y cuál era el verdadero? ¡Si ninguno tenía más peso que los otros! Eran argumentos para descifrar las enigmáticas palabras...poesía, poesía, poesía ¿qué ocultan tus sílabas, qué esconde tu métrica?

jueves, 2 de agosto de 2012

Noche perfecta

Aquella noche me desperté sudorosa entre las sábanas. Abrí los ojos, abrí mucho los ojos sin mirar nada. mis pestañas parpadeaban con decisión. Me levanté. Me lavé la cara. Mis facciones extrañas se reflejaban en el espejo. Mi cuerpo desnudo, acariciado únicamente por unas bragas de encaje, relucía. Brillantes minúsculas gotitas de sudor lo vestían. Mis pasos no se demoraron para llevarme a la terraza del pequeño apartamento playero. La brisa marina me susurró el rostro. El perfume de la noche me acunaba. Ese perfume, mezcla de salitre, rosas y nardos, innumerables nardos. Abrumada por ese cálido aire sensual, jugué con las oscuras ondas de mi pelo. La noche era perfecta. La noche era perfectamente acogedora. Empecé a tararear una canción apoyada en la barandilla. Me sentía llena de vida. Percibía la firmeza de mis jóvenes músculos, la sensualidad de mis labios, la viveza de mis ojos y la agudeza de mi mente. La sensación de plenitud se acompañaba de la provocadora imagen de imaginarme cual femme fatale. La vida me regalaba un montón de emociones. No todas eran buenas, pero eran la otra cara de éstas. Adoré, recé y alabé a la vida misma. Llena de energía, decidí regocijarme en mi cama y estirarme con una sonrisa. La alegría ardía por mis venas. Mas la sorpresa nació cuando regresé a mi lecho. No podía ser, no lo entendía. Lágrimas bañaron mis mejillas. No eran mis intenciones, no era mi carácter, no eran mis decisiones pero...El viento se había llevado mi alma. Allí yacía yo, yo misma. Yacía con los ojos abiertos, la boca resquebrajada y las venas abiertas inundaban de sangre las sábanas blancas que velaban mi cuerpo mientras mi nívea mano izquierda aún sostenía una fina y brillante cuchilla.

Primeros pasos

He aquí mi nuevo comienzo. He decidido crear un blog para compartir esa pasión que tengo, algo extraña, a caballo entre la escritura y la poesía. Si das con este blog, bienvenido. Solo quiero difundir este pedacito de mi entre la inmensidad de información en la red.A ver como me voy manejando...Si queréis habladme dejad un comentario y contactaré con vosotros ;) ¡Ten un buen día!